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El Desafío de los 30 días – DIA 1

Llegamos a Noviembre, y un año más me he apuntado al Desafío de los 30 Días presentado por Trasgotauro con la intención de obligarme a escribir un ratito cada día y conseguir con ello un habito de escritura para continuar con el blog que ultimamente tengo muy olvidado.

Así que sin más presentación (al final de la entrada pondre algunos enlaces de interes) toca comenzar con la pregunta del día 1.

Teniendo en cuenta únicamente tu experiencia en partidas medievales fantásticas… ¿qué partida, situación, momentazo, te hizo quedarte en plan “¡ostias!”

Recordando batallitas como un abuelo cebolleta he analizado distintas situaciones y momentos para traer hasta aquí la que ha marcado un antes y un después en la manera de ver el rol.

Tras un largo tiempo jugando con mi primer querido grupo de juego, algunos decidimos que no teniamos suficiente y entramos a formar parte del Club de Rol Tuatha de Danann (quizas le suene a alguien por salir en los creditos de algun juego) para disfrutar de alguna partida semanal más ya que el grupo se reunia en principio solo los viernes.
Además también era nuestra intención el tener acceso a más material rolero del que nuestros pobres bolsillos adolescentes nos permitian.

La cuestión es que en muchas de las partidas que vi en aquella época y en las que jugue también se podía apreciar a mucho Master Mama que hacia lo imposible por salvarle la vida a los personajes además de agasajarlos con objetos y más objetos mágicos.
Más o menos casi todas las partidas transcurrian igual, con personajes mimaos por los masters sin más preocupaciones que seguir contando las monedas de oro acumuladas.

Wyvern-mythical-creatures-28643255-986-596Pero llego ese momento que en mi cabeza hizo «Joder……MOLA!!!». Era una tarde de sabado en el club, buscando una partida cuando encontre una a puntituo de dar comienzo.
Se trataba de una partida de Pendragón (aquella edición que nos trajo JOC Internacional) dirigida si mi memoria no me falla por el señor Tel Arin (si, si, el de Archiroleros).

La cuestión es que la aventura transcurrio con bastante normalidad (dentro de lo que cada grupo considere normal) hasta que llego el momento en el que frente a nosotros hizo acto de presencia un Wyvern con cara de tener hambre, hambre de carna enlatada (ya que como buenos caballeros llevabamos puestas nuestras armaduras).

Aguantamos los primeros asaltos a duras penas, nuestras esperanzas de volver a nuestros dominios de una sola pieza se habian desvanecido por completo. Aunque la idea de intentar huir rondaba por nuestras cabezas, nos lanzamos al combate gritando ferozmente (literalmente, alguna gente nos miraba raro, pero oye, que cuando uno esta emocionao es lo que hay).
El resultado fue desastroso para nuestros personajes, pero con lo bien que nos lo habiamos pasado no hicimos otra cosa que personajes nuevos para la siguiente sesión.

«LA MUERTE NO ES EL FINAL DE LA DIVERSIÓN» (siempre que sea en la ficción)

 

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